La mujer y la primavera Árabe

Estambul, Turquía, 08 y 09 de noviembre de 2013

Resolución

La mujer ha jugado un papel importante en los movimientos por la democracia de 2010 en Oriente Medio y África del Norte que se conocen como la Primavera Árabe. Decenas de miles de mujeres de Túnez, Egipto, Libia, Yemen, Bahrain y Siria, de diferentes extractos sociales y de diferentes generaciones, hicieron el papel de organizadoras, blogueras, dieron discursos y cuidaron a los heridos. Se manifestaron para exigir la libertad de familiares y celebraron públicamente el Día Internacional de la Mujer el 8 de Marzo. Corrieron peligros y no se vieron exentas del coste humano que se pagó por las rebeliones.

Sin embargo, cuando se plantearon las demandas de nuevas instituciones, las mujeres quedaron marginadas. El hecho de que ambos géneros tuvieran una representación igual en las manifestaciones no se vio reflejado en la composición de los nuevos órganos encargados de tomar decisiones ni en las nuevas propuestas legislativas. Más bien los nuevos gobiernos, muchos dominados por la religión, que han reemplazado a las dictaduras políticas derrocadas, están excluyendo a la mujer de la toma de decisiones y en la actualidad están proyectando políticas que discriminan expresamente a la mujer. En algunos estados se las amenaza explícitamente con la violencia en la vía pública en un movimiento que parece orientado a excluirlas de la esfera pública.

En Egipto, por ejemplo, tras la Primavera Árabe, las mujeres manifestantes contra la ahora depuesta Hermandad Musulmana fueron objeto de extrema violencia, agresión y acoso sexual en Plaza Tahrir de 2012 a 2013. A falta de medidas policiales, se organizó una red de ciudadanos y ciudadanas para proteger a las activistas.

Y ahora en Siria, en donde la rebelión se ha convertido en una guerra civil, mujeres y niñas huyen de una la violación y el acoso sexual que se practican ampliamente y se utilizan como armas de guerra según el Comité Internacional de Rescate. Hay noticias de que francotiradores tienen como blanco incluso a mujeres encintas en la región norte de Siria, matando al bebé y a menudo a la madre.

La Internacional Socialista de Mujeres demanda urgentemente que los nuevos gobiernos en Oriente Medio y África del Norte obren para se reconozca que la violencia contra la mujer es una violación de los derechos humanos y revisen su legislación nacional en consecuencia, de acuerdo con tratados internacionales en materia de derechos humanos, y tomen medidas judiciales contra los perpetradores.

En la esfera política, la representación de la mujer en la mayoría de los nuevos gobiernos de Oriente Medio y África del Norte ha bajado. En Egipto, en donde la mujer tenía el 12 por ciento de los escaños, ahora sólo tienen dos por ciento en el gobierno provisional respaldado por el ejército, a consecuencia de haber eliminado el sistema de cuotas después de la revolución. Aunque el gobierno ha anunciado que el 25 por ciento de concejalías municipales está reservado para mujeres, sólo hay un 10 por ciento de mujeres en la Asamblea Constituyente que está modificando la constitución, en la cual se contempla legislar en materia de religión y de la familia de una manera que puede reducir los derechos de la mujer.

La falta de números suficientes de mujeres en los órganos responsables de la toma de decisiones está conduciendo a políticas discriminatorias, entre ellas la restauración de la poligamia, el matrimonio de niñas menores de edad, la introducción de la ablación en países en los que es una práctica totalmente extraña, y la exclusión de la mujer del mercado laboral.

En algunos países hay indicios esperanzadores de inclusión política, aunque la lucha por recuperar el terreno perdido en la igualdad de género continúa y aún queda mucho por hacer. En Libia y Túnez se han aplicado “listas de cremallera” – alternando una mujer y un hombre en la lista de candidatos – que ha mantenido el número de mujeres en el parlamento, aunque esto no dé pie automáticamente a políticas no discriminatorias.

En Libia se ha elegido un 17 por ciento de mujeres en las primeras elecciones libres para la Asamblea General. Sin embargo, solo dos fueron designadas para formar parte del consejo de ministros del subsecuente gobierno provisional compuesto de 33 miembros. Las mujeres demandaron un mínimo de 15 de los 60 puestos del Comité encargado de redactar la nueva constitución, pero les dieron solamente seis.

En Túnez, anteriormente un baluarte en cuestión de derechos de la mujer, comparativamente, las mujeres ganaron el 23 por ciento de los escaños en las elecciones de 2011 para la Asamblea Constituyente. Sin embargo, cuarenta y dos de las 49 mujeres pertenecen al partido islamista Ennahda. En consecuencia, la Asamblea Constituyente intentó anular el artículo sobre la igualdad enmarcado en la constitución seis décadas atrás para poner en su lugar en nuevo concepto según el cual la mujer “complementa” al hombre. Las organizaciones femeninas que se dedican a los derechos de la mujer hicieron una campaña exitosa contra esta pretensión. Sin embargo, Túnez todavía tiene leyes discriminatorias que no reconocen la violación conyugal o el maltrato psíquico. Por ejemplo, si un extraño viola a una mujer, el proceso penal se puede dejar sin efecto si el violador accede a casarse con su víctima.

La democracia representativa no tiene derecho a tal denominación si se omite a la mitad de la población. Si las mujeres no tienen representantes, están en efecto sometidas al imperio del hombre. La Internacional Socialista de Mujeres demanda que los nuevos gobiernos de Oriente Medio y África del Norte incorporen sistemas políticos que aseguren la participación equitativa en todos los aspectos incluyendo y especialmente en políticas locales y nacionales.

La Internacional Socialista de Mujeres apoya las demandas de las organizaciones femeninas egipcias de que se revise la constitución del país para que quede enmarcada en ella una cuota de escaños femeninos para el parlamento y la rama ejecutiva que toma decisiones, e insta a todos los nuevos gobiernos de Oriente Medio y África del Norte a aplicar este principio en sus respectivas constituciones. A fin de apoyarlos en esto, la comunidad internacional debe llevar a cabo una política global de cara a Oriente Medio y África del Norte que propicie las condiciones necesarias para una democratización en la que las mujeres sean representadas equitativamente.

Por tanto, la Internacional Socialista de Mujeres insta a todas las partes, y en particular a gobiernos dirigidos por partidos socialistas y socialdemócratas, y a todos los partidos afiliados a la Internacional Socialista, a:

separar los asuntos de Estado desde la potestad de las creencias religiosas es una condición esencial para el fomento de la democracia, la garantía de las libertades fundamentales y los derechos humanos fundamentales en condiciones de igualdad para todos, sin distinción de raza, etnia, orientación sexual, género o creencias religiosas;

reafirmar su pleno compromiso con las mujeres progresistas árabes en su lucha por conseguir la igualdad política, en lo que se refiere a derechos iguales tanto como a una participación igual en la toma de decisiones;

refrendar su apoyo a la aplicación de la Resolución 1325 del Consejo de Seguridad de la ONU en la que se subraya la importancia de la participación de la mujer en los procesos de paz y democratización;

apoyar y ayudar a las mujeres progresistas árabes para que se organicen a nivel nacional y regional, animándoles a construir verdadera democracias dedicadas a promover el empoderamiento de la mujer en todas las esferas de la vida, libre de discriminación en todas sus formas, lo cual va de la mano con el desarrollo socioeconómico de estos países;

enmarcar la igualdad de la mujer en las nuevas constituciones de los países de Oriente Medio y África del Norte, y un mínimo del 30 por ciento de cuota para mujeres en órganos gubernamentales y responsables de tomar decisiones;

instar a países donantes en el ámbito internacional a invertir en programas de desarrollo a largo plazo que cambien costumbres que constituyen un obstáculo a la participación de la mujer en la vida pública y a apoyar iniciativas que salven la brecha entre la religión y el laicismo;

expresar su gran preocupación ante la represión, violencia física y otras formas de maltrato que sufren los ciudadanos de Siria y que afectan a la mujer en particular;

ratificar y ejecutar los tratados regionales e internacionales del caso para proteger a la mujer contra la violencia de género tras la Primavera Árabe, y

reiterar la importancia de promover las organizaciones de mujeres en la región del Mediterráneo, del Cáucaso y de Oriente Medio, con miras a intercambiar ideas y experiencias para reforzar la solidaridad entre las mujeres de esas regiones y promover una cultura de paz y coexistencia.

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